miércoles, 16 de enero de 2013

ALGO PASO EN LA BASE AEREA DE TORREJON

Ocurrió en la base aérea de Torrejón donde la guardia solía hacer ronda pasando por delante del
hospital abandonado por los
americanos que allí se encuentra. Una noche, en una de esas rondas, mi compañero y yo junto con un perro policía
de la guardia
patrullábamos en Patrol por delante, y vimos que se encontraban encendidas las luces de los servicios de la planta
de abajo
del hospital, cosa rara, pues sabíamos que allí no había luz, pero pensamos que quizá la hubiesen
conectado para realizar
algunas obras o algo, así que no le dimos importancia y fuimos a apagar los interruptores del cuarto de baño,
con bastante
respeto, ya que el lugar daba bastante miedo en sí y además conocíamos varias historias del sitio.

Allí pudimos comprobar que el resto de las luces no funcionaban, sólo las del baño, lo cual nos extrañó
bastante pues si habían
conectado la luz del edificio deberían funcionar todas, así que la apagamos rápidamente y seguimos la
patrulla.

Posteriormente, sobre las dos de la madrugada, pasamos de nuevo, y volvimos a ver luces prendidas, esta vez en una de las
habitaciones de la segunda planta, pero esta vez por miedo decidimos no apagarlas y seguir como si nada. Media hora después
las luces estaban apagadas, a lo que pensamos que podía ser un niño de los chalets militares que había
al lado, el que estaba
jugando en el hospital con las luces, a lo que decidimos volver al hospital, ya que allí no podia haber nadie.

No habíamos salido del Patrol cuando se enciende otra luz de la segunda planta y nuestra teoría quedó
reforzada.

Buscamos por todo el hospital y no vimos a nadie, así que apagamos las luces, pero cuando cuando íbamos por
el pasillo principal
del segundo piso buscando la salida una luz de una habitación por la que acabábamos de estar se enciende de
repente; mi compañero
me mira y sin decirnos nada nos dirigimos a la habitación cautelosos para ver qué ha pasado. En ese momento
la tensión es
muy grande, y el lugar y los ruidos del sitio no ayudan precisamente, pero la curiosidad nos puede más que el miedo.


Yo voy delante, y mi compañero tres metros detrás con el perro, pero unos diez metros antes de llegar a la habitación
suena
un timbre, es el ruido del ascensor que se pone en marcha, esto me aterroriza pues el ascensor tampoco ha funcionado desde
que se quedó el hospital vacío. En ese momento mi compañero está justo delante de la puerta del
ascensor, y después de mirarnos
fijamente mi compañero se queda mirando a la puerta.

Dos segundos después la puerta se abre, yo no puedo ver lo que había dentro del ascensor, pero mi compañero
sí, y lo que sí
puedo ver es su cara de terror. El perro enseguida se suelta de mi compañero paralizado y se va gimiendo con el rabo
entre
las patas. Son sólo unos tres segundos pero yo sólo puedo mirar a mi compañero, hasta que le llamo:
- Carlos.
Este no contesta:
- Carlos ¿qué pasa?

Yo no me muevo, y mi compañero sólo mira al ascensor, sin reaccionar. El ascensor se cierra entonces, y Carlos
sigue mirando
la puerta durante un segundo, después me mira y puedo ver cómo una lágrima recorre su mejilla mientras
aún mantiene esa expresion
de miedo. Ahora soy yo el que no puede reaccionar, en ese momento mi compañero se gira rápido, llama al perro
como si se acabase
de dar cuenta de que se había ido. Al ver que éste no está sale corriendo a buscarle.

Esta escena sólo fue de escasos treinta segundos desde que se oye el timbre, pero lo recuerdo como si fuese una hora
entera.


Yo salgo detrás de Carlos, pero me pierde en el hospital. Al salir yo poco depués le veo llorando sentado en
el suelo con
la cabeza entre las piernas al lado del Patrol.
- ¿Qué ha pasado? -Le pregunto.
- Vámonos de aquí, por favor -me dice. Miro al perro que está junto a él tumbado, llorando.
- Sí, nos vamos -le digo.

Cogimos el patrol y seguimos patrullando, la ronda no fue igual, mi compañero no me hablo más ese día,
estaba en otro sitio,
ido totalmente. El nunca volvió a ser el mismo, y nunca conseguí que me dijese qué vio en el ascensor
del hospital.

Carlos se suicido tres meses después y a mí nadie me creyó, a pesar de que todos mis compañeros
veían a un Carlos diferente
desde aquella noche.

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