miércoles, 16 de enero de 2013

La chica de la curva

La leyenda es conocida tanto en España como en Europa o América, y siempre es una mujer. Hay variantes:
1.- Se sube al coche de un conductor y en la curva avisa que es un tramo muy peligroso. El conductor pone cuidado y luego
se da cuenta de que la autoestopista a la que ha recogido ya no está en el coche.
2.- La chica se sube al coche y le avisa que allí falleció ella cuando ya está en la curva, de modo que
el hombre se asusta
y sufre un accidente.
3.- Aparece para pedir ayuda porque ha habido un accidente y cuando el hombre baja se encuentra con que quien le ha avisado
es el espíritu de la conductora que ha sufrido el accidente porque en el coche aún está su bebé.

La historia que os voy a relatar le sucedió a un español. Es una mezcla del primer y segundo ejemplo, pero además
tuvo consecuencias....


Recogió a una autoestopista en una carretera de Guipuzcoa.
Llovía, y a dos metros de su coche el hombre vio aparecer a una joven de pelo larguísimo empapada por la
lluvia. Lógicamente
el hombre salió a socorrerla en mitad de la lluvia y se ofreció a ayudarla. La chica parecía estar en
estado de shock, tenía
la mirada perdida y cuando él le ofreció llevarla a algún sitio, ella se limitó a afirmar con
la cabeza.
Subieron al coche. En una carretera sin curvas un coche que venía de frente les deslumbró con sus luces
y el conductor
tuvo que dar un volantazo para evitar un accidente.
Frenó justo antes de caer en un barranco.
Respiró hondo y tras recuperarse del susto se giró hacia su derecha.
Iba a preguntarle a la chica si se encontraba bien.
Pero ella ya no estaba.
Había desaparecido.
En el lugar donde había estado sentada ella, estaba el bolso de la joven.

Al día siguiente el hombre acudió a una comisaría de policía para devolver el bolso. Allí
encontraron el pasaporte de
la joven. Tras pocas averiguaciones descubrieron que la joven que había recogido el conductor llevaba varios años
muerta.
Había fallecido en un accidente automovilístico, posiblemente en la misma zona donde la noche anterior el hombre
y el espíritu
de la chica se accidentaron.

El hombre no pudo soportar la idea.
Dos años después el hombre aún estaba ingresado (y puede que aún lo esté) en la clínica
mental Santa Águeda, de Mondragón

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