viernes, 15 de marzo de 2013
Cuenca - Fantasmas en el casco antiguo
Se debido a fuentes históricas y diferentes personas conocidas a las cuales tras varias generaciones se les a trasmitido una leyenda un tanto asombrosa. La leyenda esta situada en el casco antiguo en la barriada en la cual esta situada la iglesia de San Miguel. Se dice q por diferentes zonas del casco antiguo a partir de las 12 de la noche se aparecían unas siluetas macabras de entre las sombras. Al principio se escuchaba el sonido de unas cadenas oxidadas y poco a poco una sombra grisácea aparecía de la nada la cual emitía unos extraños sonidos que parecían lamentaciones .Algunas de estas sombras se acercaban a los testigos ocasionándoles la muerte instantáneo la locura eterna. Se dice que estas sombras o animas eran las almas de los castigados por la inquisición que en cuenca tubo gran participación incluso llego a tener una sede donde ahora esta situado el actual museo de las ciencias.
Cuenca - La Piedra del Caballo
Corría la Edad Media por España, cuando en Cuenca dos gemelos de idéntica constitución y cara y todo se enamoraron de una joven, uno de los gemelos era lo que ahora diríamos como mas lanzado y el otro era mas timidillo a parte de ser mas místico. El primero conoció a una sirvienta de la Dama y esta hizo de celestina. Pero un día estando los dos gemelos en misa, la sirvienta se equivoco y le dio la nota al segundo gemelo en la nota decía algo así como: si no esta el pañuelo en el balcón pasa. Entonces como el que tenia la nota era el segundo gemelo este paso a casa de la Dama. Con la casualidad de que paso el emano por la calle y vio el pañuelo entro e intento asesinar al susodicho que estaba en el lecho de su amada. Cuando se acerco y vio que el cada ver era el de su hermano monto su caballo y salió huyendo de Cuenca para ello tenia que cruzar el rio Júcar que bajaba con gran fuerza. El caballo se negó a cruzar pero al final el caballero consiguió que este se lanzara con la mala suerte de que el caballo no pudo soportar la fuerza de la corriente y fue a dar contra una piedra. El caballo cayo muerto pero el caballero consiguió salvarse. El caballero vagabundeo por las calles de Cuenca. Y también dice la leyenda que el segundo gemelo se recupero de la herida de muerte y se caso con la Dama y como se suele decir fueron felices y comieron perdices.
Cuenca - Leyenda de la campana
Cuenta la leyenda que en el siglo XVIII el Rey Carlos III decidió mandar tapiar todos los conventos jesuitas. De tal modo que en Cuenca se mando tapiar el convento que hay al lado de la ermita de las Angustias. Todos los monjes jesuitas allí metidos fueron expulsados para tapiarlo pero resulta que desde ese convento se oían tocar campanas, sonar el órgano … hasta que las autoridades se dieron cuenta de donde procedía el sonido y decidieron destapiar para ver lo que allí pasaba. Descubrieron al mas mayor de los monjes jesuitas que tocaba la campana y estaba muerto de hambre pues solo comía del huerto que tenían por detrás. El anciano falleció al día siguiente después de tener atemorizada a toda la población conquense. Los mas ancianos del lugar dicen que la historia ocurrió en realidad.
EL TORMO ALTO, UNA TUMBA PARA VIRIATO
Una de las muchas leyendas que todavía se comentan, versa sobre el Tormo Alto, esa sublime figura que parece más bien el resultado de un acto de brujería, en donde se juega con el equilibrio y alguna que otra ley física, considerado como la tumba de aquél pastor lusitano que recorrió a lo largo y a lo ancho la Celtiberia: Viriato.
Se dice que cuando un grupo de hombres de nuestra Serranía descubrió por primera vez el Tormo Alto quedaron ensimismados creyendo que se trataba de algo mágico, y le bautizaron con el nombre de LA ESFINGE. Pues servia para orientar a los que transitaban por la Ciudad Encantada, decían unos, y para otros representaba la imagen de un dios de pueblos antiguos, posiblemente desde la época de los griegos.Hay también quien dice que era la representación de una diosa lunar que llegó a castigar a los maridos que no eran fieles a sus esposas, convirtiéndoles en piedras de formas extrañas.
Cuando aquel pastor lusitano, para otros un bandido, llmado Viriato, había inflingido muchas derrotas a las legiones romanas, vino a ocupar Segóbriga, recorriendo casi toda nuestra provincia, parece ser que llegó a enamorarse de una bella mujer conquense. Siempre iba a visitarla a su casa llegaba rodeado de un numeroso grupo de hombres de confianza, ya que no se fiaba de nadie, pues sabía que los romanos intentaban darle muerte al precio que fuese preciso pagar.
Como esa bella joven vivía en el centro del pueblo se situaban varios de sus guerreros vigilando todas las calles que daban al lugar de donde se encotraba Viriato, el resto rodeaba el pueblo para que nadie entrase ni saliese sin ser controlado por ellos. Siempre procuraba estar en alguno de los campamentos más cercanos al pueblo de su amada, puesto que al no encontrarse de campaña solía visitarla casi todos los días. A veces se pasaba largas temporadas sin aparecer por allí, y contaban que varias ocasiones, al ser herido, tuvo que ser visitado por ella en su propio campamento.
En una época en la que los romanos le atacaban continuamente resultó herido en una operación de limpieza que había desarrollado con un gran grupo de hombres por el sistema de guerra de guerrillas. Por tal motivo la joven conquense iba con frecuencia a verle, para ello Viriato mandaba una patrulla de soldados al frente de la cual solía ir uno de sus hombres de confianza con objeto de acompañarla tanto a la ida como a la venida. Pero en una ocasión cuando regresaba de verle, fueron atacados por un nutrido grupo de soldados romanos que sabían de esta cirscunstancia e intentaban por todos los medios apoderarse de la joven para tener maniatado al peligroso y escurridizo caudillo lusitano.
Aunque le tendieron una emboscasa, el capitán que mandaba la patrulla supo dar buena cuenta de los atacantes al situar a sus hombres, todos perfectamente preparados para la guerra, en una ladera bien nutrida de pinos y carrascas. Allí aguantaron la embestida de los romanos, dejándoles adentrarse en aquel bosque envolviéndoles en una bolsa hacha por sus guerreros para atacarles por todas partes a la vez. Aquello que podía haber sido una matanza para los hombres de Viriato y el rapto de su amada, terminó siendo otro severo castigo para aquel ejército invasor a base de acciones sueltas como aquella.
Al parecer, en otra de las visitas llevadas a cabo por la joven, ambos pasearon por la Ciudad Encantada a lo largo de varias horas, permaneciendo a la sombra del Tormo Alto la mayor parte del tiempo. Y según se dice en la leyenda, Viriato dijo a su amada que si muriese en acción de guerra le gustaría que incinerasen su cuerpo en aquel lugar tan bello que la madre naturaleza había creado: el Tormo Alto. Caso de morir por muerte natural le pidió que lo enterrasen bajo aquella figura que para él representaba a su dios al que tantas veces se encomentaba allí mismo.
Dado que aquella noche los soldados de Viriato iban a celebrar una de sus últimas victorias sobre los romanos, éste pidió a la joven que se quedase a contemplar la fiesta que tenían preparada, ya que esto lo solían hacer en las noches de luna llena. Aunque el caudillo estaba herido se celebraría este festejo al estilo que el pueblo celtíbero tenía por constumbre hacerlo, con la diferencia de que allí no bailarían en familia a las puertas de sus casas, sino que lo harían los soldados. Tampoco sacrificarían víctimas humanas, en su lugar tenían preparados unos corderos y unas ovejas que desmpeñarían la misma función.
Previamente, un grupo de guerreros preparó una fogata en el centro del campamento, empleando para ello madera de carrasca y pino además de abundantes ramas secas, dando un aspecto fantasmagórico a aquel singular rincón de la Serranía conquense.
Como el Tormo Alto se encontraba en el mismo campamento en donde se preparaba la fiesta, un grupo de soldados bailaron su danza típica alrededor de " La Esfinge", cuyos gritos y gestos enardecían a todos los presentes. A continuación sacrificaron ante el Tormo las ovejas y corderos que después serian para que todos comiesen a lo largo de la noche, ya que solía prolongarse hasta el manecer.
Una vez recuperado Viriato continuó sus acciones guerreras realizando a veces prolongadas salidas, pero nunca se olvidaba de su joven amada, regresando a su lado cuantas veces le era posible. Pero cada vez tenía más enemigos, no sólo ante los romanos sino entre los mismos suyos, muchos le envidiaban y él lo sabía, por lo que debía estar en estado de alerta continuamente. En una gran parte de la Celtiberia derrotó a sus enemigos en multiles ocasiones, motivo por el que preocupaba este personaje cuyo nombre causaba pavor en los ejércitos enemigos. Parece que hubo consignas del alto mando para que terminasen con él costase lo que costase.
Un día, tres de sus capitanes, se vendieron por unas monedas asesinado a su jefe mientras dormía en su tienda del campamento. Pronto corrió la noticia como un reguero de pólvora y cuando los Celtiberos vieron muerto a Viriato, al que bautizaron como Caudillo de las libertades ibéricas, en aquel pintoresco lugar de los riscos de Villacabra, en pleno Señorío de Molina, se apresuraron a recoger el cuerpo inerte y ensangrentado de su jefe para evitar pudiese ser profanado por sus incontables enemigos. Inmediatamente comunicaron a la amada la triste noticia acompañandola hasta el mismo pie del Tormo Alto en donde tenían el cuerpo del querido caudillo y jefe.
No resultó tarea fácil subir su pesado cuerpo a la cima de La Esfinge, pero una vez allí fue rodeado de tomillo y mejorana, siendo incinerado mientras sus guerreros danzaban alrededor de aquella tumba considerada la más bella que jamás haya habido en toda la tierra. Su amada alzaba la vista hacia aquellas llamas que encerraban el amor de su vida y lo diluían poco a poco hasta hacerlo desaparecer.
Terminaron de recoger sus cenizas cuando ya llegaba el nuevo día fueron esparciendo por toda aquella zona de la Ciudad Encantada en donde uno de sus campamentos estuvo instalado muchos años. La encargada de aquella misión fue la joven conquense, puesto que había sido lo pactado con aquel hombre que aún habiendo sido un humilde pastor llegó a ser uno de los personajes más famosos de su tiempo y de la Historia de España.
Continua diciéndonos la leyenda que durante bastantes años, una noche a la semana se podian comtemplar desde lejos la misma imagen que se vivió aquella del crematorio, escena que impresionaba a todo aquel que llegó a verla. Pero lo más curioso era que si se encontraban junto al Tormo Alto no apreciaban absolutamente nada. Fue un misterio que jamás supo descifrar ninguna mente humana.
También llegaron a oír el murmullo de las danzas que sus guerreros le hicieron durante algún tiempo, así como los sollozos de aquella mujer conquense que amó a Viriato hasta después de su muerte y de la que nunca más se supo. Aunque se dice que alguien la vió un día en la cima del Tormo Alto alzando los brazos al infinito y pronunciando a grandes gritos el nombre de aquel pastor lusitano que había llenado su corazón de gozo.
Se dice que cuando un grupo de hombres de nuestra Serranía descubrió por primera vez el Tormo Alto quedaron ensimismados creyendo que se trataba de algo mágico, y le bautizaron con el nombre de LA ESFINGE. Pues servia para orientar a los que transitaban por la Ciudad Encantada, decían unos, y para otros representaba la imagen de un dios de pueblos antiguos, posiblemente desde la época de los griegos.Hay también quien dice que era la representación de una diosa lunar que llegó a castigar a los maridos que no eran fieles a sus esposas, convirtiéndoles en piedras de formas extrañas.
Cuando aquel pastor lusitano, para otros un bandido, llmado Viriato, había inflingido muchas derrotas a las legiones romanas, vino a ocupar Segóbriga, recorriendo casi toda nuestra provincia, parece ser que llegó a enamorarse de una bella mujer conquense. Siempre iba a visitarla a su casa llegaba rodeado de un numeroso grupo de hombres de confianza, ya que no se fiaba de nadie, pues sabía que los romanos intentaban darle muerte al precio que fuese preciso pagar.
Como esa bella joven vivía en el centro del pueblo se situaban varios de sus guerreros vigilando todas las calles que daban al lugar de donde se encotraba Viriato, el resto rodeaba el pueblo para que nadie entrase ni saliese sin ser controlado por ellos. Siempre procuraba estar en alguno de los campamentos más cercanos al pueblo de su amada, puesto que al no encontrarse de campaña solía visitarla casi todos los días. A veces se pasaba largas temporadas sin aparecer por allí, y contaban que varias ocasiones, al ser herido, tuvo que ser visitado por ella en su propio campamento.
En una época en la que los romanos le atacaban continuamente resultó herido en una operación de limpieza que había desarrollado con un gran grupo de hombres por el sistema de guerra de guerrillas. Por tal motivo la joven conquense iba con frecuencia a verle, para ello Viriato mandaba una patrulla de soldados al frente de la cual solía ir uno de sus hombres de confianza con objeto de acompañarla tanto a la ida como a la venida. Pero en una ocasión cuando regresaba de verle, fueron atacados por un nutrido grupo de soldados romanos que sabían de esta cirscunstancia e intentaban por todos los medios apoderarse de la joven para tener maniatado al peligroso y escurridizo caudillo lusitano.
Aunque le tendieron una emboscasa, el capitán que mandaba la patrulla supo dar buena cuenta de los atacantes al situar a sus hombres, todos perfectamente preparados para la guerra, en una ladera bien nutrida de pinos y carrascas. Allí aguantaron la embestida de los romanos, dejándoles adentrarse en aquel bosque envolviéndoles en una bolsa hacha por sus guerreros para atacarles por todas partes a la vez. Aquello que podía haber sido una matanza para los hombres de Viriato y el rapto de su amada, terminó siendo otro severo castigo para aquel ejército invasor a base de acciones sueltas como aquella.
Al parecer, en otra de las visitas llevadas a cabo por la joven, ambos pasearon por la Ciudad Encantada a lo largo de varias horas, permaneciendo a la sombra del Tormo Alto la mayor parte del tiempo. Y según se dice en la leyenda, Viriato dijo a su amada que si muriese en acción de guerra le gustaría que incinerasen su cuerpo en aquel lugar tan bello que la madre naturaleza había creado: el Tormo Alto. Caso de morir por muerte natural le pidió que lo enterrasen bajo aquella figura que para él representaba a su dios al que tantas veces se encomentaba allí mismo.
Dado que aquella noche los soldados de Viriato iban a celebrar una de sus últimas victorias sobre los romanos, éste pidió a la joven que se quedase a contemplar la fiesta que tenían preparada, ya que esto lo solían hacer en las noches de luna llena. Aunque el caudillo estaba herido se celebraría este festejo al estilo que el pueblo celtíbero tenía por constumbre hacerlo, con la diferencia de que allí no bailarían en familia a las puertas de sus casas, sino que lo harían los soldados. Tampoco sacrificarían víctimas humanas, en su lugar tenían preparados unos corderos y unas ovejas que desmpeñarían la misma función.
Previamente, un grupo de guerreros preparó una fogata en el centro del campamento, empleando para ello madera de carrasca y pino además de abundantes ramas secas, dando un aspecto fantasmagórico a aquel singular rincón de la Serranía conquense.
Como el Tormo Alto se encontraba en el mismo campamento en donde se preparaba la fiesta, un grupo de soldados bailaron su danza típica alrededor de " La Esfinge", cuyos gritos y gestos enardecían a todos los presentes. A continuación sacrificaron ante el Tormo las ovejas y corderos que después serian para que todos comiesen a lo largo de la noche, ya que solía prolongarse hasta el manecer.
Una vez recuperado Viriato continuó sus acciones guerreras realizando a veces prolongadas salidas, pero nunca se olvidaba de su joven amada, regresando a su lado cuantas veces le era posible. Pero cada vez tenía más enemigos, no sólo ante los romanos sino entre los mismos suyos, muchos le envidiaban y él lo sabía, por lo que debía estar en estado de alerta continuamente. En una gran parte de la Celtiberia derrotó a sus enemigos en multiles ocasiones, motivo por el que preocupaba este personaje cuyo nombre causaba pavor en los ejércitos enemigos. Parece que hubo consignas del alto mando para que terminasen con él costase lo que costase.
Un día, tres de sus capitanes, se vendieron por unas monedas asesinado a su jefe mientras dormía en su tienda del campamento. Pronto corrió la noticia como un reguero de pólvora y cuando los Celtiberos vieron muerto a Viriato, al que bautizaron como Caudillo de las libertades ibéricas, en aquel pintoresco lugar de los riscos de Villacabra, en pleno Señorío de Molina, se apresuraron a recoger el cuerpo inerte y ensangrentado de su jefe para evitar pudiese ser profanado por sus incontables enemigos. Inmediatamente comunicaron a la amada la triste noticia acompañandola hasta el mismo pie del Tormo Alto en donde tenían el cuerpo del querido caudillo y jefe.
No resultó tarea fácil subir su pesado cuerpo a la cima de La Esfinge, pero una vez allí fue rodeado de tomillo y mejorana, siendo incinerado mientras sus guerreros danzaban alrededor de aquella tumba considerada la más bella que jamás haya habido en toda la tierra. Su amada alzaba la vista hacia aquellas llamas que encerraban el amor de su vida y lo diluían poco a poco hasta hacerlo desaparecer.
Terminaron de recoger sus cenizas cuando ya llegaba el nuevo día fueron esparciendo por toda aquella zona de la Ciudad Encantada en donde uno de sus campamentos estuvo instalado muchos años. La encargada de aquella misión fue la joven conquense, puesto que había sido lo pactado con aquel hombre que aún habiendo sido un humilde pastor llegó a ser uno de los personajes más famosos de su tiempo y de la Historia de España.
Continua diciéndonos la leyenda que durante bastantes años, una noche a la semana se podian comtemplar desde lejos la misma imagen que se vivió aquella del crematorio, escena que impresionaba a todo aquel que llegó a verla. Pero lo más curioso era que si se encontraban junto al Tormo Alto no apreciaban absolutamente nada. Fue un misterio que jamás supo descifrar ninguna mente humana.
También llegaron a oír el murmullo de las danzas que sus guerreros le hicieron durante algún tiempo, así como los sollozos de aquella mujer conquense que amó a Viriato hasta después de su muerte y de la que nunca más se supo. Aunque se dice que alguien la vió un día en la cima del Tormo Alto alzando los brazos al infinito y pronunciando a grandes gritos el nombre de aquel pastor lusitano que había llenado su corazón de gozo.
LOS SUEÑOS DE UN REY EN CUENCA
Cuenta la historia que a lo largo del siglo XII, los cristianos llegan en sus correrías hasta las mismas murallas de Cuenca, sin posibilidades, en principio de apoderarse de ella, ya que su entonces inexpugnabilidad y la idea no muy clara de su conquista hace retroceder ésta hasta finales de dicho siglo. Pero cuando el joven monarca Alfonso VIII decide ir a su conquista nos encontramos ya en el año 1.177. Estaba convencido, y aunque se considerase ciudad inexpugnable, que podría hacerlo, por lo que hizo el fimre propósito de conseguirla poniéndole un férreo cerco en la esperanza de rendirla inmediatamente. Para elo cuenta con el inestimable apoyo del Alfonso II de Aragón, la, recién fundada Orden Militar de Santiago y de los Templarios.
El rey Alfonso VIII pone cerco a la ciudad colocando a su ejército de tal manera que nadie pueda entrar ni salir de ella sin ser controlado por él. Y cuenta la historia que aquella primera noche que el rey durmió en Cuenca tuvo, en sus sueños, una revelación en la que se le indicaba que en una oquedad que había un poco más abajo del puente musulmán, los primitivos cristianos habían escondido una imagen de la Virgen. Sólo seria preciso efectuar unas excavaciones no muy profundas y rápidamente hallarían la imagen de aquella Virgen. Dio orden para que un grupo de soldados buscasen en el lugar soñado encontrando una preciosa talla de la que sería después denominada Virgen de la Luz, ordenando construir una ermita para recordar el suceso muy cerca de donde fue encontrada.
En esos bonitos sueños parece que la virgen había pedido al rey que iniciase la reconquista de la ciudad, pues ella estaría de su parte prestándole una importante ayuda para que rompiese aquel cerco de rocas. De tal manera que alfonso VIII tomó la decisión de rodear Cuenca distribuyendo sus fuerzas estratégicamente. Para ello le pone sitio el día 6 de enero de 1.177, festividad de los reyes magos, con la certeza que en poco tiempo caería en su poder aquella hermosa ciudad tan importante ubicada originariamente en un escarpado farallón rocoso perfectamente rodeado por los ríos Júcar y Huécar. Decide amontonar hombres y material de guerra aprovechando aquellos días de inmenso frío y hielo, puesto que los árabes se habían visto obligados a atrincherarse al no estar acostumbrados a aquellas bajas temperaturas.
El campamento principal lo mandó instalar en el llamado Campo de San Francisco, donde hoy se encuentra emplazada la Parroquia de San Esteban y la Diputación Provincial. Ordena situar a sus fuerzas de tal manera que no puedan recibir ayuda del exterior ni ninguna clase de víveres, el hambre podría ser su gran aliado ante tan difícil empresa. Se montan guadias a corta distancia a fin de que no puedan ser sorprendidos, permitiendo sólo la salida de los rebaños de los cristianos que vivían en el interior de la ciudad. De varios rebaños que salieron sólo permitieron regresase uno de ellos, ya que no querían sirviesen las ovejas de los mismo de avituallamiento del enemigo que dominaba y oucpaba la ciudad.
Como permitían los cristianos que algunos rebaños de ovejas pastasen en el espacio del actual Recreo Peral y la Puerta de San Juan (entonces Puerta de Aljaraz), fue motivo por el cual un día cuando un grupo de soldados cristianos vigilaban aquella parte del río divisaron como unos asnos y ovejas remontaban el terreno y desaparecían poco después. Con toda rapidez fueron en su busca, pero cuando llegaron al lugar por donde habían desaparecido observaron que había un fuerte portón de madera herméticamente cerrado, por lo que decidieron regresar al campamento y contar al rey lo que habían visto.
Enterado el rey decide que un grupo de hombres expertos estudie el lugar durante algunos días controlando todo lo que por allí ocurra a cada momento.Así se hizo y al cabo de cinco días el monarca estuvo al corriente de lo que venía ocurriendo en esa zona cada minuto desde la salida del sol hasta el ocaso, incluso a lo largo de toda la noche. Sin perdida de tiempo manda a sus mejores hombres con la misión de coger a un pastor cristiano que pase diariamente por aquella puerta y les explique qué deben hacer para pasar por aquel portón y tomar la ciudad. El rey presentía que hallarían la formula, pues tenía plena confianza de lo que la Virgen le prometió en sus sueños.
Cuando varios pastores regresaban a la ciudad con las ovejas fueron sorprendidos sin que los vigilantes de las almenas se diesen cuenta del hecho y en la refriega matan a dos de ellos. Cuando se acercaon al tercero se puso de rodillas gritando que era cristiano y que había recibido un mensaje de la Virgen para ayudarles a entrar en la ciudad. Les indicó que les ayudaría a pasar mezclados entre las ovejas y pasarían la vigilancia del encargado de su custodia por tratarse de un hombre ciego. Con la mayor rapidez fue informado el rey mandando suficientes hombres para que esa misma noche la soldadesca se apoderase de la ciudad.
Se hizo tal como había dicho el pastor, puesto que él se encargó de distraer al ciego, mientras hablabaniba tocando este lasovejas y no se percató de la hábil entrada que hicieron un buen numero de soldados cristianos, ya que se cubrieron con pieles de ovejas que mataron. Una vez dentro se lanzaron sobre los centinelas a los que mataron sin apenas darse cuenta de lo ocurrido. A una señal irrumpieron los soldados que esperaban junto al río y poco a poco pasó parte del ejército, iniciándose combates a lo largo de toda la noche. Cuando al día siguiente el sol inundaba con sus rayos la ciudad ya no era árabe sino cristiana. Era ese el día 21 de septiembre, festividad de San Mateo, cuando el rey Alfonso VIII recibía las llaves de aquella ciudad llamada Cuenca y que había sido calificada de inexpugnable.
Como había prometido aquel joven rey dio inmediatamente la orden de comenzar la ermita, puesto que se habían hecho ya las zanjas y elegido la piedra que se utilizaría. En pco tiempo se levantó siendo bautizada con el nombre de Santuario de la Virgen de la Luz, debido a que un pastor cristiano había visto una luz cuando pasaba de noche por el puente y al acercarse vio a la Virgen con un candil en la mano. También se ha conocido este Santuario con el nombre de la Virgen del Puente.
Se cuenta que allá por el año 1345 unos frailes llamado "Antoneros" fundaron una especie de convento-hospital en el cual se curaban aquella serie de enfermedades terriblemente peligrosas de la Edad Media, destacando entre todas ellas, el "Fuego Sacro", que algo más tarde recibiría el nombre de "mal francés". Esta congregación hospitalaria de frailes hizo mucho bien a los enfermos, tenían a San Antón como patrono, y precisamente a esta cirscunstancia se debe esta duplicidad de nombre referido a esta parroquia denominada Virgen de la Luz y San Antonio Abad (San Antón).
Las apariciones de la Virgen fueron varias a lo largo de los nueve meses de asedio, motivo por el cual el rey vigiló muy de cerca el levantamiento de aquella ermita cuya construcción primitiva en el siglo XIII ha ido desapareciendo en el transcurso del tiempo debido a las reformas efectuadas, pues la Parroquia es de estilo barroco, quedando aún su portada plateresca.
No sólo en los nueve meses que duró el asedio de Cuenca el rey Alfonso VIII prefirió nuestra ciudad por otras, sino que su predilección llegó al extremo de tomarla por residencia adoptando a sus ciudadanos como su pueblo predilecto. Su corte realmente itinerante en Cuenca fue por diez años con objeto de probarla, de tal manera que aquí naciese su hijo el infante don Fernando, el 29 de noviembre de 1189. Le otorgó el Fuero, considerado como una pieza de capital importancia en la historia del Derecho Español. Cuales serían los privilegios y exenciones que otorgaba a sus habitantes que se hizo famoso el dicho: "Di que eres de Cuenca y entraras de balde".
Al a Virgen del candil, Virgen de la Luz o Virgen del Puente, se le atribuyen muchos milagros y curaciones de enfermos graves que llegaban al convento-hospital con la esperanza de curación. Se cuenta que en un día allá por el siglo XVI llevaban a ajusticiar a un reo, al parecer acusado de ladrón. Como el reo no cesaba de gritar su inocencia pidió que al menos lo dejasen postrarse a los pies de la Virgen a fin de ofrecerle su sacrificio. Concedido lo que solicitaba y en el preciso momento de cruzar la fachada de la iglesia, éste cayo fulminado por un rayo, tomándose esto como prueba de su inocencia.
Se le atribuye a la Virgen negra, como llegó a llamarse, multiples apariciones a pastores, pero de manera especial al rey Alfonso VIII en una serie de sueños con objeto de aconsejarle la conquista de la Conca árabe. Para ello, dice la historia, le puso en su camino aquel pastor a quien la Señora había pedido iluminase a los soldados cristinos en la difícil tarea de rescatar a los árabes una ciudad que había sido siempre portadora de la cruz.
El rey Alfonso VIII pone cerco a la ciudad colocando a su ejército de tal manera que nadie pueda entrar ni salir de ella sin ser controlado por él. Y cuenta la historia que aquella primera noche que el rey durmió en Cuenca tuvo, en sus sueños, una revelación en la que se le indicaba que en una oquedad que había un poco más abajo del puente musulmán, los primitivos cristianos habían escondido una imagen de la Virgen. Sólo seria preciso efectuar unas excavaciones no muy profundas y rápidamente hallarían la imagen de aquella Virgen. Dio orden para que un grupo de soldados buscasen en el lugar soñado encontrando una preciosa talla de la que sería después denominada Virgen de la Luz, ordenando construir una ermita para recordar el suceso muy cerca de donde fue encontrada.
En esos bonitos sueños parece que la virgen había pedido al rey que iniciase la reconquista de la ciudad, pues ella estaría de su parte prestándole una importante ayuda para que rompiese aquel cerco de rocas. De tal manera que alfonso VIII tomó la decisión de rodear Cuenca distribuyendo sus fuerzas estratégicamente. Para ello le pone sitio el día 6 de enero de 1.177, festividad de los reyes magos, con la certeza que en poco tiempo caería en su poder aquella hermosa ciudad tan importante ubicada originariamente en un escarpado farallón rocoso perfectamente rodeado por los ríos Júcar y Huécar. Decide amontonar hombres y material de guerra aprovechando aquellos días de inmenso frío y hielo, puesto que los árabes se habían visto obligados a atrincherarse al no estar acostumbrados a aquellas bajas temperaturas.
El campamento principal lo mandó instalar en el llamado Campo de San Francisco, donde hoy se encuentra emplazada la Parroquia de San Esteban y la Diputación Provincial. Ordena situar a sus fuerzas de tal manera que no puedan recibir ayuda del exterior ni ninguna clase de víveres, el hambre podría ser su gran aliado ante tan difícil empresa. Se montan guadias a corta distancia a fin de que no puedan ser sorprendidos, permitiendo sólo la salida de los rebaños de los cristianos que vivían en el interior de la ciudad. De varios rebaños que salieron sólo permitieron regresase uno de ellos, ya que no querían sirviesen las ovejas de los mismo de avituallamiento del enemigo que dominaba y oucpaba la ciudad.
Como permitían los cristianos que algunos rebaños de ovejas pastasen en el espacio del actual Recreo Peral y la Puerta de San Juan (entonces Puerta de Aljaraz), fue motivo por el cual un día cuando un grupo de soldados cristianos vigilaban aquella parte del río divisaron como unos asnos y ovejas remontaban el terreno y desaparecían poco después. Con toda rapidez fueron en su busca, pero cuando llegaron al lugar por donde habían desaparecido observaron que había un fuerte portón de madera herméticamente cerrado, por lo que decidieron regresar al campamento y contar al rey lo que habían visto.
Enterado el rey decide que un grupo de hombres expertos estudie el lugar durante algunos días controlando todo lo que por allí ocurra a cada momento.Así se hizo y al cabo de cinco días el monarca estuvo al corriente de lo que venía ocurriendo en esa zona cada minuto desde la salida del sol hasta el ocaso, incluso a lo largo de toda la noche. Sin perdida de tiempo manda a sus mejores hombres con la misión de coger a un pastor cristiano que pase diariamente por aquella puerta y les explique qué deben hacer para pasar por aquel portón y tomar la ciudad. El rey presentía que hallarían la formula, pues tenía plena confianza de lo que la Virgen le prometió en sus sueños.
Cuando varios pastores regresaban a la ciudad con las ovejas fueron sorprendidos sin que los vigilantes de las almenas se diesen cuenta del hecho y en la refriega matan a dos de ellos. Cuando se acercaon al tercero se puso de rodillas gritando que era cristiano y que había recibido un mensaje de la Virgen para ayudarles a entrar en la ciudad. Les indicó que les ayudaría a pasar mezclados entre las ovejas y pasarían la vigilancia del encargado de su custodia por tratarse de un hombre ciego. Con la mayor rapidez fue informado el rey mandando suficientes hombres para que esa misma noche la soldadesca se apoderase de la ciudad.
Se hizo tal como había dicho el pastor, puesto que él se encargó de distraer al ciego, mientras hablabaniba tocando este lasovejas y no se percató de la hábil entrada que hicieron un buen numero de soldados cristianos, ya que se cubrieron con pieles de ovejas que mataron. Una vez dentro se lanzaron sobre los centinelas a los que mataron sin apenas darse cuenta de lo ocurrido. A una señal irrumpieron los soldados que esperaban junto al río y poco a poco pasó parte del ejército, iniciándose combates a lo largo de toda la noche. Cuando al día siguiente el sol inundaba con sus rayos la ciudad ya no era árabe sino cristiana. Era ese el día 21 de septiembre, festividad de San Mateo, cuando el rey Alfonso VIII recibía las llaves de aquella ciudad llamada Cuenca y que había sido calificada de inexpugnable.
Como había prometido aquel joven rey dio inmediatamente la orden de comenzar la ermita, puesto que se habían hecho ya las zanjas y elegido la piedra que se utilizaría. En pco tiempo se levantó siendo bautizada con el nombre de Santuario de la Virgen de la Luz, debido a que un pastor cristiano había visto una luz cuando pasaba de noche por el puente y al acercarse vio a la Virgen con un candil en la mano. También se ha conocido este Santuario con el nombre de la Virgen del Puente.
Se cuenta que allá por el año 1345 unos frailes llamado "Antoneros" fundaron una especie de convento-hospital en el cual se curaban aquella serie de enfermedades terriblemente peligrosas de la Edad Media, destacando entre todas ellas, el "Fuego Sacro", que algo más tarde recibiría el nombre de "mal francés". Esta congregación hospitalaria de frailes hizo mucho bien a los enfermos, tenían a San Antón como patrono, y precisamente a esta cirscunstancia se debe esta duplicidad de nombre referido a esta parroquia denominada Virgen de la Luz y San Antonio Abad (San Antón).
Las apariciones de la Virgen fueron varias a lo largo de los nueve meses de asedio, motivo por el cual el rey vigiló muy de cerca el levantamiento de aquella ermita cuya construcción primitiva en el siglo XIII ha ido desapareciendo en el transcurso del tiempo debido a las reformas efectuadas, pues la Parroquia es de estilo barroco, quedando aún su portada plateresca.
No sólo en los nueve meses que duró el asedio de Cuenca el rey Alfonso VIII prefirió nuestra ciudad por otras, sino que su predilección llegó al extremo de tomarla por residencia adoptando a sus ciudadanos como su pueblo predilecto. Su corte realmente itinerante en Cuenca fue por diez años con objeto de probarla, de tal manera que aquí naciese su hijo el infante don Fernando, el 29 de noviembre de 1189. Le otorgó el Fuero, considerado como una pieza de capital importancia en la historia del Derecho Español. Cuales serían los privilegios y exenciones que otorgaba a sus habitantes que se hizo famoso el dicho: "Di que eres de Cuenca y entraras de balde".
Al a Virgen del candil, Virgen de la Luz o Virgen del Puente, se le atribuyen muchos milagros y curaciones de enfermos graves que llegaban al convento-hospital con la esperanza de curación. Se cuenta que en un día allá por el siglo XVI llevaban a ajusticiar a un reo, al parecer acusado de ladrón. Como el reo no cesaba de gritar su inocencia pidió que al menos lo dejasen postrarse a los pies de la Virgen a fin de ofrecerle su sacrificio. Concedido lo que solicitaba y en el preciso momento de cruzar la fachada de la iglesia, éste cayo fulminado por un rayo, tomándose esto como prueba de su inocencia.
Se le atribuye a la Virgen negra, como llegó a llamarse, multiples apariciones a pastores, pero de manera especial al rey Alfonso VIII en una serie de sueños con objeto de aconsejarle la conquista de la Conca árabe. Para ello, dice la historia, le puso en su camino aquel pastor a quien la Señora había pedido iluminase a los soldados cristinos en la difícil tarea de rescatar a los árabes una ciudad que había sido siempre portadora de la cruz.
LAS CASAS COLGADAS DE CUENCA Y LA CORTE REAL
De origen tobelio y musulmán, Cuenca, fue emplazada estratégicamente en el espolón formado por un cogollo de piedras calizas cretácicas, encasillada en la cima de un excepcional reducto natural. En aquel inigualable lugar donde esta asentada, arranca la típica fisonomía urbana conquense con sus altas casas colgadas de los peñascos y sus estrechas y tortuosas calles, originando un bello y espectacular paisaje, verdadero capricho de la madre naturaleza, adornado por fantasmagóricas y caprichosas piedras, simulando legendarios monstruos de otros mundos y galaxias.
La estructura del terreno rocoso y desigual obligó a una construcción atrevida e irregular en los edificios que tiene Cuenca en las Hoces, aunque de manera especial a la del Huécar. Apoyataban las casas y esto ofrecia un conjunto muy original, pintoresco e insólito desde los primeros "rascacielos" del Barrio de San Martín, pues hay casas con salientes irregulares que dan una idea de la originalidad de la construcción de aquella época ancestral de los primitivos conquenses tobélicos y musulmanes.
Desde el citado barrio hasta la "Peña Corba" ubicada sobre el Puente de San Martín, en el río Huécar, existieron infinidad de "casas voladas" (así llamadas en principio) que coronaban todas las riscas o prominencias rocosas, con originales y bellos balcones de madera, los cuales estaban "volados" en el vacio. Era una simbiosis de roca y morada, en donde se apreciaba una verdadera muralla de edificios, más propios de historia de ficción, simulando sus construcciones "altas cañas" con ventanas, en donde se premiaba la verticalidad y el desafío a las leyes de la gravedad.
El hacinamiento de casas en la parte alta de Cuenca asentadas sobre aquellas prominencias rocosas que se levantaban hacia el infinito como altos "rascacielos" y fachadas con sorprendentes miradores, eran consecuencia de la necesidad de buscar un espacio donde morar, ya que el poco terreno que la ciudad disponía no era sufuciente para construir edificios que daban a la Hoz del Huécar ofrecían sus balcones salientes con el fin de ganar espacios "volados" y de ahí las "Casas Voladas", denominadas en pincipio.
Hasta nuestros días han sobrevivido las famosas y legendarias "Casas del Rey", a las cuales nosotros llamamos CASAS COLGADAS. Sólo hay tres reconstruidas en diversas etapas del siglo actual, en donde se albergan el Museo de Arte Abstracto y un típico y famoso mesón. El resto de aquel buen número de "casas voladas" fueron pasto del tiempo y de la penuria de los hombres por permitir su derrumbamiento.
La historia nos confirma que las actuales Casas Colgadas fueron desde sus inicios, la residencia de verano del Arráez encargado de regir y gobernar la ciudad de Cuenca en la época de dominio musulmán. Este venía a ser un caudillo o jefe árabe que regia la ciudad, habiendo elegido aquel lugar pr tratarse del más pintoresco y el más protegido de todos.
Una vez tomada la ciudad de Cuenca por el rey alfonso VIII, éste fijó su residencia poco después en ella, en donde estuvo la Corte de Castilla a lo largo de diez años. Igualmente tomo las Casas Colgadas como palacio de verano, pues en aquella época las temperaturas en el estío solían ser muy altas, aparte de haber sido elegidas por Leonor de Lancáster, esposa del rey, ya que le agradaba contemplar desde sus balcones aquella panorámica inigualable.
Cuando hacían acto de presencia los rigores del frío, la Corte se trasladaba al Castillo, inexpugnable reducto fortificado, verdadera sede y palacio de Alfonso VIII. Durante los diez años que su corte itinerante permaneció en la ciudad, éstos dos lugares fueron los preferidos para su residencia habitual.
Como rey tenía que pasarse mucho tiempo fuera de Cuenca, pero cuando permanecía en la ciudad se preocupaba de organizar Justas o Torneos, que eran unos juegos a caballo en los que sus caballeros acreditaban se destreza en el manejo de las armas. Normalmente se celebraban con motivos de fiestas cortesanas, así daba realce a su celebración y al mismo tiempo servía de entretenimiento a los que participaban en los ejercicios guerreros, ejercitándose en el duro arte de la guerra.
El lugar escogido para celebrar estas Justas fue el espacio que había ocupado el campamento cristiano cuando pusieron sitio a la ciudad, ubicado en el llamado Campo de San francisco, en donde hoy se halla emplazadas la Diputación Provincial y la Parroquia de San esteban y San francisco.
Allí los caballeros solían combatir a caballo , en un terreno cercado de madera, separados por una valla, con objeto de evitar choques de sus monturas. En estos juegos utilizaban armas y armaduras distintas de las llevadas en las guerras, pues por ejemplo, las lanzas no llevaban el hierro normal, sino el "roquete" que no hería al adversario, sólo lo derribaba. Igualmente llevaban armaduras reforzadas con piezas dobles, por lo que no era fácil ser herido, pues lo único que se perseguía era derribar al contrario para demostrar la destreza en el manejo de las armas.
Una especie de tribuna o plataforma elevada estaba situada en un lateral donde los reyen presenciaban los combates, en los cuales nunca participó Alfonso VIII, aunque se aseguraba que sí lo hacía días antes, cuando entrenaban los caballeros participantes. En ellos demostraba siempre su alta preparación y arrojo, pues todos temían enfrentarse a él, dado que afirmaban se trataba de un verdadero caballero experto en el manejo de la espada y de la lanza.
Otro espectáculo que implantó el rey fue "correr los toros", ya que por primera vez se hizo conmemorando la conquista de la ciudad, celebrándose en la Plaza Mayor, pues quiso Alfonso VIII que sus soldados se solazaran , se entretuviesen con los juegos de unos toros o vacas, unas veces sueltos y otras amarrados a una marona que, de manera experta movían los "maromeros" encargados de correr las reses.
Después se vieron en la necesidad de cambiar el lugar de aquella popular fiesta, dado que se iniciaron las obras de construcción de la Catedral, y la primitiva zona estaba ocupada. Para ello eligieron correr los toros a ambos lados del río Huécar, por sus riberas, o bien a caballo o por los corredores a pie. En aquel lugar estos festejos solían ser más divertidos, puesto que muchos de los que corrían las vacas o toros terminaban cayendo al cauce del río evitando así ser cogidos por alguna de éstas. Aunque también es verdad que en muchisimas ocasiones las vacas iban igualmente al agua sigiendo a los corredores que las acosaban.
Estas fiestas que año tras añosse hacían más populares, llevaban mucha gente a tan singular "coso taurino". Este se extendía desde el comienzo de la hoz hasta el espacio comprendido entre el Cerro Socorro y los barrios de San Martín y Santa Catalina. El gran número de espectadores que atraían estos festejos, normalmente se instalaban en las subidas a los citados barrios y de manera especial en las laderas del Cerro Socorro. Se cuenta que siempre había algún herido, bien por haber sido cogido por alguna de aquellas vacas de cuernos albultados o por caídas en las continuas carreras que hacían.
El deporte más practicado por el rey era la caza, de manera preferente la caza mayor, para lo cual se organizaban batidas de montería sirviéndose de caballos y enormas jaurías de perros para acosar a las piezas. Previamente preparaban redes y trampas, después se persegía a los animales instigándoles a que siguiesen un determinado recorrido por donde estaban instaladas éstas. Por toda esta zona abundaban el jabalí y el zorro, así como el lobo y el ciervo; para hallar estos dos últimos había que adentrarse mucho más en la serranía, en sus zonas boscosas.
También practicaban el dífil arte de la cetrería, utilizando el halcón peregrino, ave rapaz muy util en la caza, cuando se hallaba bien domesticado. La fortaleza de sus garras y e vuelo rápido que practicaba hacía de ésta rapz un enemigo temible en la caza de la volatería, ya que era tierra de palomas y perdices, así como palomas torcaces.No obstante se solía cazar con este mismo animal algunas que otras liebres y conejos camperos.
Al estar instalada la Corte en Cuenca este hecho hizo posible que se poblase con cierta rapidez, pues la concesión del Fuero de Cuenca, denominado por expertos como "pieza de gran importancia en la Historia del Derecho Español", al coneder una serie de exenciones y privilegios a los que viviesen en la ciudad, logró que Cuenca fuese la "tierra prometida" por muchas familias que habían perdido sus hogares en aquella interminable lucha con los árabes, los cuales todo lo habían arrasado.
Por lo cual, la "Casas Colgadas", tiene una relación directa con la Corte Real, ya que aquellas construccciones que incitaban al ingenio,retaban a la verticalidad y dba como resultadouna ciudad de embrujo donde la rocadefine como lugar único por su solidez, habiendo sido bautizada como " prodigio arqutectónico", en donde todo es fantasía, creatividad, encanto,brujería y un buen ejemplo de sana imaginación.
En este tipo de construcciones, las casas parecen besarse por los tejados y asomarse por sus balcones volados, como si estuviesen jugando continuamente al escondite con las leyes de la gravedad. En Cuenca, éstas no existen, aquí las casas se han hecho con "leyes de necesidad", olvidandose la plomada y de la geometría, buscando lo utilitario y su validez para morar. Sólo hizo falta de fantasía , sólo fantasía, mucha fantasía.
La estructura del terreno rocoso y desigual obligó a una construcción atrevida e irregular en los edificios que tiene Cuenca en las Hoces, aunque de manera especial a la del Huécar. Apoyataban las casas y esto ofrecia un conjunto muy original, pintoresco e insólito desde los primeros "rascacielos" del Barrio de San Martín, pues hay casas con salientes irregulares que dan una idea de la originalidad de la construcción de aquella época ancestral de los primitivos conquenses tobélicos y musulmanes.
Desde el citado barrio hasta la "Peña Corba" ubicada sobre el Puente de San Martín, en el río Huécar, existieron infinidad de "casas voladas" (así llamadas en principio) que coronaban todas las riscas o prominencias rocosas, con originales y bellos balcones de madera, los cuales estaban "volados" en el vacio. Era una simbiosis de roca y morada, en donde se apreciaba una verdadera muralla de edificios, más propios de historia de ficción, simulando sus construcciones "altas cañas" con ventanas, en donde se premiaba la verticalidad y el desafío a las leyes de la gravedad.
El hacinamiento de casas en la parte alta de Cuenca asentadas sobre aquellas prominencias rocosas que se levantaban hacia el infinito como altos "rascacielos" y fachadas con sorprendentes miradores, eran consecuencia de la necesidad de buscar un espacio donde morar, ya que el poco terreno que la ciudad disponía no era sufuciente para construir edificios que daban a la Hoz del Huécar ofrecían sus balcones salientes con el fin de ganar espacios "volados" y de ahí las "Casas Voladas", denominadas en pincipio.
Hasta nuestros días han sobrevivido las famosas y legendarias "Casas del Rey", a las cuales nosotros llamamos CASAS COLGADAS. Sólo hay tres reconstruidas en diversas etapas del siglo actual, en donde se albergan el Museo de Arte Abstracto y un típico y famoso mesón. El resto de aquel buen número de "casas voladas" fueron pasto del tiempo y de la penuria de los hombres por permitir su derrumbamiento.
La historia nos confirma que las actuales Casas Colgadas fueron desde sus inicios, la residencia de verano del Arráez encargado de regir y gobernar la ciudad de Cuenca en la época de dominio musulmán. Este venía a ser un caudillo o jefe árabe que regia la ciudad, habiendo elegido aquel lugar pr tratarse del más pintoresco y el más protegido de todos.
Una vez tomada la ciudad de Cuenca por el rey alfonso VIII, éste fijó su residencia poco después en ella, en donde estuvo la Corte de Castilla a lo largo de diez años. Igualmente tomo las Casas Colgadas como palacio de verano, pues en aquella época las temperaturas en el estío solían ser muy altas, aparte de haber sido elegidas por Leonor de Lancáster, esposa del rey, ya que le agradaba contemplar desde sus balcones aquella panorámica inigualable.
Cuando hacían acto de presencia los rigores del frío, la Corte se trasladaba al Castillo, inexpugnable reducto fortificado, verdadera sede y palacio de Alfonso VIII. Durante los diez años que su corte itinerante permaneció en la ciudad, éstos dos lugares fueron los preferidos para su residencia habitual.
Como rey tenía que pasarse mucho tiempo fuera de Cuenca, pero cuando permanecía en la ciudad se preocupaba de organizar Justas o Torneos, que eran unos juegos a caballo en los que sus caballeros acreditaban se destreza en el manejo de las armas. Normalmente se celebraban con motivos de fiestas cortesanas, así daba realce a su celebración y al mismo tiempo servía de entretenimiento a los que participaban en los ejercicios guerreros, ejercitándose en el duro arte de la guerra.
El lugar escogido para celebrar estas Justas fue el espacio que había ocupado el campamento cristiano cuando pusieron sitio a la ciudad, ubicado en el llamado Campo de San francisco, en donde hoy se halla emplazadas la Diputación Provincial y la Parroquia de San esteban y San francisco.
Allí los caballeros solían combatir a caballo , en un terreno cercado de madera, separados por una valla, con objeto de evitar choques de sus monturas. En estos juegos utilizaban armas y armaduras distintas de las llevadas en las guerras, pues por ejemplo, las lanzas no llevaban el hierro normal, sino el "roquete" que no hería al adversario, sólo lo derribaba. Igualmente llevaban armaduras reforzadas con piezas dobles, por lo que no era fácil ser herido, pues lo único que se perseguía era derribar al contrario para demostrar la destreza en el manejo de las armas.
Una especie de tribuna o plataforma elevada estaba situada en un lateral donde los reyen presenciaban los combates, en los cuales nunca participó Alfonso VIII, aunque se aseguraba que sí lo hacía días antes, cuando entrenaban los caballeros participantes. En ellos demostraba siempre su alta preparación y arrojo, pues todos temían enfrentarse a él, dado que afirmaban se trataba de un verdadero caballero experto en el manejo de la espada y de la lanza.
Otro espectáculo que implantó el rey fue "correr los toros", ya que por primera vez se hizo conmemorando la conquista de la ciudad, celebrándose en la Plaza Mayor, pues quiso Alfonso VIII que sus soldados se solazaran , se entretuviesen con los juegos de unos toros o vacas, unas veces sueltos y otras amarrados a una marona que, de manera experta movían los "maromeros" encargados de correr las reses.
Después se vieron en la necesidad de cambiar el lugar de aquella popular fiesta, dado que se iniciaron las obras de construcción de la Catedral, y la primitiva zona estaba ocupada. Para ello eligieron correr los toros a ambos lados del río Huécar, por sus riberas, o bien a caballo o por los corredores a pie. En aquel lugar estos festejos solían ser más divertidos, puesto que muchos de los que corrían las vacas o toros terminaban cayendo al cauce del río evitando así ser cogidos por alguna de éstas. Aunque también es verdad que en muchisimas ocasiones las vacas iban igualmente al agua sigiendo a los corredores que las acosaban.
Estas fiestas que año tras añosse hacían más populares, llevaban mucha gente a tan singular "coso taurino". Este se extendía desde el comienzo de la hoz hasta el espacio comprendido entre el Cerro Socorro y los barrios de San Martín y Santa Catalina. El gran número de espectadores que atraían estos festejos, normalmente se instalaban en las subidas a los citados barrios y de manera especial en las laderas del Cerro Socorro. Se cuenta que siempre había algún herido, bien por haber sido cogido por alguna de aquellas vacas de cuernos albultados o por caídas en las continuas carreras que hacían.
El deporte más practicado por el rey era la caza, de manera preferente la caza mayor, para lo cual se organizaban batidas de montería sirviéndose de caballos y enormas jaurías de perros para acosar a las piezas. Previamente preparaban redes y trampas, después se persegía a los animales instigándoles a que siguiesen un determinado recorrido por donde estaban instaladas éstas. Por toda esta zona abundaban el jabalí y el zorro, así como el lobo y el ciervo; para hallar estos dos últimos había que adentrarse mucho más en la serranía, en sus zonas boscosas.
También practicaban el dífil arte de la cetrería, utilizando el halcón peregrino, ave rapaz muy util en la caza, cuando se hallaba bien domesticado. La fortaleza de sus garras y e vuelo rápido que practicaba hacía de ésta rapz un enemigo temible en la caza de la volatería, ya que era tierra de palomas y perdices, así como palomas torcaces.No obstante se solía cazar con este mismo animal algunas que otras liebres y conejos camperos.
Al estar instalada la Corte en Cuenca este hecho hizo posible que se poblase con cierta rapidez, pues la concesión del Fuero de Cuenca, denominado por expertos como "pieza de gran importancia en la Historia del Derecho Español", al coneder una serie de exenciones y privilegios a los que viviesen en la ciudad, logró que Cuenca fuese la "tierra prometida" por muchas familias que habían perdido sus hogares en aquella interminable lucha con los árabes, los cuales todo lo habían arrasado.
Por lo cual, la "Casas Colgadas", tiene una relación directa con la Corte Real, ya que aquellas construccciones que incitaban al ingenio,retaban a la verticalidad y dba como resultadouna ciudad de embrujo donde la rocadefine como lugar único por su solidez, habiendo sido bautizada como " prodigio arqutectónico", en donde todo es fantasía, creatividad, encanto,brujería y un buen ejemplo de sana imaginación.
En este tipo de construcciones, las casas parecen besarse por los tejados y asomarse por sus balcones volados, como si estuviesen jugando continuamente al escondite con las leyes de la gravedad. En Cuenca, éstas no existen, aquí las casas se han hecho con "leyes de necesidad", olvidandose la plomada y de la geometría, buscando lo utilitario y su validez para morar. Sólo hizo falta de fantasía , sólo fantasía, mucha fantasía.
LAS BRUJAS DE MANGANA
Corría el año 1615 cuando el Santo Oficio de la Inquisición tuvo que tomar parte en un asunto relativo a la existencia de un grupo de brujas en la Torre de Mangana. Al parecer, varios vecinos de aquel barrio presentaron una denuncia al haber comprobado como todas las noches oían ruidos extraños, gritos alarmantes e incluso vieron realizar danzas macabras consistentes en hacer círculos arrojándose finalmente al suelo. También se deslizaban de una parte a otra de la explanada, oyéndose sus rezos, sus carreras, al tiempo de quitarse y ponerse la toca repetidas veces pidiendo a gritos la presencia del diablo.
En el barrio y en toda la ciudad se comentaban estos hechos que venían a hacerse eco de ese tipo de creencias supersticiosas, muy arraigadas en esa época, las cuales se iban extendiendo como un reguero de pólvora por todo el país.
Se hablaba que habían visto volar a un grupo de brujas por las noches, pasando éstas a las casas por las chimeneas como si de simples pájaros nocturnos se tratase. Nadie creyó, en principio estos comentarios, pero cuando empezaron a ocurrir casos horribles el pánico cundió por todo el barrio de Mangana e incluso por toda la ciudad de Cuenca.
Se comentaba que, una noche varios vecinos habían visto volar al grupo de brujas sobre los tejados del barrio y luego detenerse en el corral o patio interior de una de las casas, se comprobó a la mañana siguiente que todos los animales que habitaban en sus corrales, como gallinas, conejos, palomas, patos, etc., aparecieron muertos sin señales aparentes de haber tenido una muerte aparatosa o brutal. Esto hizo que muchas familias decidiesen no salir de su casa después de la puesta de sol. No sólo temían por lo que les pudiese ocurrir a ellos, sino por sus hijos y abuelos o personas mayores que vivían en sus mismos domicilios.
A partir de ese momento llegó a pensarse que dos señoras, vecinas del barrio, cuya vida era un misterio, y además se dedicaban a curar el "mal de ojo", podrían ser componentes del conjunto de brujas que estaban complicando la vida a la gente, sintiendo miedo a partir de la llegada de la noche. Igualmente se comentaba que otra mujer, la cual vivía sola, y su profesión era curar la impotencia sexual de hombres y mujeres, podría ser también miembro de tan funesto clan.
Aunque casi todas las noches aparecían de una manera o de otra las brujas, hubo una semana que llevaron a cabo las típicas danzas y rezos, dando enormes gritos. Pero la última madrugada azotaron puertas y ventanas con sus negras tocas lo que originó un gran pánico entre las mujeres del barrio. Hasta que punto no llegaría a aterrorizar que las tres únicas mujeres que se encontraban en estado abortaron en el mismo día y a la misma hora.
En una nueva acción, en donde hubo desgracias personales, volvió a erizar el cabello a propios y a extraños, por lo que, nuevamente, una representación de los vecinos acudieron esta vez al Santo Oficio a presentar la correspondiente denuncia. Un Comisario llevó a cabo las averiguaciones oportunas y se pusieron vigilantes para controlar cualquier movimiento anormal que surgiese a lo largo de la noche, ya que en ese espacio de tiempo solían hacer sus salidas y sus acciones. Durante el día visitaron a las tres presuntas encartadas, pero se llevaron una gran sorpresa al comprobar que ninguna de ellas estaba ya en su domicilio, habían desaparecido sin dejar rastro alguno.
Al día siguiente, uno de los Comisarios del Santo Oficio, encontró en una casa semiderruida y abandonada a una mujer que se dedicaba a la tarea de adivinar el paradero de las personas ausentes por poco dinero, aprovechándose de la credulidad y miedo de sus convecinos. Como la gente era muy supersticiosa, ésta hacía pasar a sus clientes a una habitación oscura, en donde los tenía toda la tarde, y luego al anochecer rezaba una serie de oraciones invocando a la luna, al principio, y luego a la persona de la que querían saber su paradero.
Otra noche ocurrió un caso curioso y a la vez distinto a lo que hasta ahora había venido ocurriendo. En una casa junto a Mangan vivía un padre y su hijo solos, pues el resto de la familia había muerto, los cuales tenían una huerta en la Hoz del Huécar. Una noche, cuando estaban echándoles de comer a los burros en la cuadra que tenían junto al patio, se abrieron repentinamente las puertas de dicho lugar y como había poca luz sólo pudieron distinguir a cinco o seis mujeres las cuales les derribaron al suelo cayendo sobre el estiércol de las caballerías. Allí les arrastraron sin que ellos pudiesen hacer nada, puesto que se sintieron faltos de fuerzas.
No había transcurrido aún una semana, cuando vino a ocurrir uno de los mayores dramas y quizá el que mas terror llevó a las familias del barrio y de la ciudad. Durante la noche aparecieron sobrevolando los tejados un gran número de brujas, logrando hacer un ruido como si un huracán se tratase. Se llegaron a percibir todo tipo de rezos y unas risas histéricas, al tiempo de hacer mover su tocas negras como si fueran alas de aves flotando en el aire. La gente se pasó la mitad de la noche sin poder dormir, bien por lo que pudieron apreciar o porque todos se temían que algo gordo iba a suceder.
Cuando el sol apenas ofrecía sus primeros rayos, unos gritos desgarradores salieron de una de las casas cuya puerta principal daba a la explanada de Mangana. Una mujer daba gritos de terror y lloraba amargamente, pues su hijo más pequeño, de apenas un año, lo había encontrado en su cuna muerto con síntomas de haber fallecido por asfixia. Y en otra casa casa de la Plaza Mayor, una señora de avanzada edad había sido sacada de su cama violentamente, por lo que al caer al suelo se había roto una pierna y una clavícula.
Todos estos lamentables sucesos hizo que el Santo Oficio tomase cartas en el asunto, ya que lo ocurrido últimamente era muy peligroso, pues en el vecindario y en la ciudad cundió el pánico. Tal era la situación que se formaron varios grupos, todos ellos de hombres voluntarios, provistos de armas diversas y sofisticadas, desde una simple estaca a enormes navajas, horcas, rastrillos o grandes garrotas.
Poca cosa consiguieron en sus rastreos, señales hallaron en cantidad, pero personas que tuviesen vestimentas de la manera que se apreciaban por las noches, ninguna. Solamente llevaron ante el Santo Oficio de la Inquisición a dos mujeres que solían hacer pócimas amorosas para conseguir hechizar a los hombres. El material fabricado para su acto de brujería era muy singular, pues utilizaban corazones de pájaros machos, los cocían y luego los troceaban. A continuación los colocaban en un plato de caldo, les recitaban ciertos conjuros y se los entregaban a sus clientas para que se lo diesen a comer a sus respectivos amantes. Al parecer, así los hechizaban y retenían a su lado, impidiéndoles se fuesen con otras mujeres.
En el registro que hicieron en la casa encontraron figurillas de cera y en cada una de ellas había clavados alfileres, parece ser que era la forma de hechizar a los hombres. También aparecieron diferentes figuras de yeso de pequeño tamaño en las cuales aparecían los dos típicos alfileres clavados. A la vista de estas pruebas fueron procesadas y examinados por los Calificadores del Santo Oficio esta serie de objetos hallados en el domicilio inspeccionado.
Uno de los últimos casos fue la muerte de un niño recién nacido al cual le extrajeron las entrañas, porque según decían éstas fabricaban ungüentos maléficos, y esto lo achacaban a la serie de creencias supersticiosas que la mayoría de la gente tenía muy arraigadas.
De las brujas de Mangana se habló muchos años en esta ciudad de Cuenca, aunque también hicieron todo tipo de felonías otras brujas en el barrio actual de San Antón, así como en las huertas de las hoces del Júcar y del Huécar. Aunque si bien es verdad entonces muchas personas sufrían alucinaciones producidas por la psicosis brujeríl existente y quizás algunas acciones achacadas a las brujas fueran resultado de cierta imaginación popular o de mentes absurdas que pretendían intimidar a la gente contando cosas horribles más propias de un sádico.
En el barrio y en toda la ciudad se comentaban estos hechos que venían a hacerse eco de ese tipo de creencias supersticiosas, muy arraigadas en esa época, las cuales se iban extendiendo como un reguero de pólvora por todo el país.
Se hablaba que habían visto volar a un grupo de brujas por las noches, pasando éstas a las casas por las chimeneas como si de simples pájaros nocturnos se tratase. Nadie creyó, en principio estos comentarios, pero cuando empezaron a ocurrir casos horribles el pánico cundió por todo el barrio de Mangana e incluso por toda la ciudad de Cuenca.
Se comentaba que, una noche varios vecinos habían visto volar al grupo de brujas sobre los tejados del barrio y luego detenerse en el corral o patio interior de una de las casas, se comprobó a la mañana siguiente que todos los animales que habitaban en sus corrales, como gallinas, conejos, palomas, patos, etc., aparecieron muertos sin señales aparentes de haber tenido una muerte aparatosa o brutal. Esto hizo que muchas familias decidiesen no salir de su casa después de la puesta de sol. No sólo temían por lo que les pudiese ocurrir a ellos, sino por sus hijos y abuelos o personas mayores que vivían en sus mismos domicilios.
A partir de ese momento llegó a pensarse que dos señoras, vecinas del barrio, cuya vida era un misterio, y además se dedicaban a curar el "mal de ojo", podrían ser componentes del conjunto de brujas que estaban complicando la vida a la gente, sintiendo miedo a partir de la llegada de la noche. Igualmente se comentaba que otra mujer, la cual vivía sola, y su profesión era curar la impotencia sexual de hombres y mujeres, podría ser también miembro de tan funesto clan.
Aunque casi todas las noches aparecían de una manera o de otra las brujas, hubo una semana que llevaron a cabo las típicas danzas y rezos, dando enormes gritos. Pero la última madrugada azotaron puertas y ventanas con sus negras tocas lo que originó un gran pánico entre las mujeres del barrio. Hasta que punto no llegaría a aterrorizar que las tres únicas mujeres que se encontraban en estado abortaron en el mismo día y a la misma hora.
En una nueva acción, en donde hubo desgracias personales, volvió a erizar el cabello a propios y a extraños, por lo que, nuevamente, una representación de los vecinos acudieron esta vez al Santo Oficio a presentar la correspondiente denuncia. Un Comisario llevó a cabo las averiguaciones oportunas y se pusieron vigilantes para controlar cualquier movimiento anormal que surgiese a lo largo de la noche, ya que en ese espacio de tiempo solían hacer sus salidas y sus acciones. Durante el día visitaron a las tres presuntas encartadas, pero se llevaron una gran sorpresa al comprobar que ninguna de ellas estaba ya en su domicilio, habían desaparecido sin dejar rastro alguno.
Al día siguiente, uno de los Comisarios del Santo Oficio, encontró en una casa semiderruida y abandonada a una mujer que se dedicaba a la tarea de adivinar el paradero de las personas ausentes por poco dinero, aprovechándose de la credulidad y miedo de sus convecinos. Como la gente era muy supersticiosa, ésta hacía pasar a sus clientes a una habitación oscura, en donde los tenía toda la tarde, y luego al anochecer rezaba una serie de oraciones invocando a la luna, al principio, y luego a la persona de la que querían saber su paradero.
Otra noche ocurrió un caso curioso y a la vez distinto a lo que hasta ahora había venido ocurriendo. En una casa junto a Mangan vivía un padre y su hijo solos, pues el resto de la familia había muerto, los cuales tenían una huerta en la Hoz del Huécar. Una noche, cuando estaban echándoles de comer a los burros en la cuadra que tenían junto al patio, se abrieron repentinamente las puertas de dicho lugar y como había poca luz sólo pudieron distinguir a cinco o seis mujeres las cuales les derribaron al suelo cayendo sobre el estiércol de las caballerías. Allí les arrastraron sin que ellos pudiesen hacer nada, puesto que se sintieron faltos de fuerzas.
No había transcurrido aún una semana, cuando vino a ocurrir uno de los mayores dramas y quizá el que mas terror llevó a las familias del barrio y de la ciudad. Durante la noche aparecieron sobrevolando los tejados un gran número de brujas, logrando hacer un ruido como si un huracán se tratase. Se llegaron a percibir todo tipo de rezos y unas risas histéricas, al tiempo de hacer mover su tocas negras como si fueran alas de aves flotando en el aire. La gente se pasó la mitad de la noche sin poder dormir, bien por lo que pudieron apreciar o porque todos se temían que algo gordo iba a suceder.
Cuando el sol apenas ofrecía sus primeros rayos, unos gritos desgarradores salieron de una de las casas cuya puerta principal daba a la explanada de Mangana. Una mujer daba gritos de terror y lloraba amargamente, pues su hijo más pequeño, de apenas un año, lo había encontrado en su cuna muerto con síntomas de haber fallecido por asfixia. Y en otra casa casa de la Plaza Mayor, una señora de avanzada edad había sido sacada de su cama violentamente, por lo que al caer al suelo se había roto una pierna y una clavícula.
Todos estos lamentables sucesos hizo que el Santo Oficio tomase cartas en el asunto, ya que lo ocurrido últimamente era muy peligroso, pues en el vecindario y en la ciudad cundió el pánico. Tal era la situación que se formaron varios grupos, todos ellos de hombres voluntarios, provistos de armas diversas y sofisticadas, desde una simple estaca a enormes navajas, horcas, rastrillos o grandes garrotas.
Poca cosa consiguieron en sus rastreos, señales hallaron en cantidad, pero personas que tuviesen vestimentas de la manera que se apreciaban por las noches, ninguna. Solamente llevaron ante el Santo Oficio de la Inquisición a dos mujeres que solían hacer pócimas amorosas para conseguir hechizar a los hombres. El material fabricado para su acto de brujería era muy singular, pues utilizaban corazones de pájaros machos, los cocían y luego los troceaban. A continuación los colocaban en un plato de caldo, les recitaban ciertos conjuros y se los entregaban a sus clientas para que se lo diesen a comer a sus respectivos amantes. Al parecer, así los hechizaban y retenían a su lado, impidiéndoles se fuesen con otras mujeres.
En el registro que hicieron en la casa encontraron figurillas de cera y en cada una de ellas había clavados alfileres, parece ser que era la forma de hechizar a los hombres. También aparecieron diferentes figuras de yeso de pequeño tamaño en las cuales aparecían los dos típicos alfileres clavados. A la vista de estas pruebas fueron procesadas y examinados por los Calificadores del Santo Oficio esta serie de objetos hallados en el domicilio inspeccionado.
Uno de los últimos casos fue la muerte de un niño recién nacido al cual le extrajeron las entrañas, porque según decían éstas fabricaban ungüentos maléficos, y esto lo achacaban a la serie de creencias supersticiosas que la mayoría de la gente tenía muy arraigadas.
De las brujas de Mangana se habló muchos años en esta ciudad de Cuenca, aunque también hicieron todo tipo de felonías otras brujas en el barrio actual de San Antón, así como en las huertas de las hoces del Júcar y del Huécar. Aunque si bien es verdad entonces muchas personas sufrían alucinaciones producidas por la psicosis brujeríl existente y quizás algunas acciones achacadas a las brujas fueran resultado de cierta imaginación popular o de mentes absurdas que pretendían intimidar a la gente contando cosas horribles más propias de un sádico.
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